miércoles, 2 de junio de 2010

Etiqueta y modernidad

Por Juan Pablo Cantini

En todas las culturas existen reglas sociales que orientan el consumo alimentario. Estas normas expresan determinadas expectativas colectivas que las sustentan. El uso de las mismas supone un consenso sobre un conjunto de preceptos que, en ocasiones, adquiere un carácter dogmático y  constituye un ideal. 

Acostumbrados a estas normas que configuran el acto alimenticio,  las asumimos casi como naturales y son raras las ocasiones en las que nos preguntamos por sus fundamentos. Sin embargo, habida cuenta de la importancia que tienen las formas y modos de consumo, quizás resulte interesante interrogarse por el origen de las mismas, por su historia. Tal vez en ellas sea posible leer el modo de ser en el mundo del hombre moderno para desde allí problematizar los comportamientos alimentarios contemporáneos.

Si hoy en día,  a la hora de sentarse a la mesa, cada comensal utiliza sus propios utensilios y resulta casi inimaginable otra manera de comer, esto no siempre fue así. A modo de ejemplo, el sociólogo alemán Norbert Elias, utilizó los manuales de civilidad del Renacimiento para dar cuenta de los procesos civilizatorios. Así, a partir de un texto de Erasmo de Rótterdam analizó la creciente importancia que adquieren las buenas costumbres y los mecanismos reguladores de las funciones corporales en el paso a la modernidad. Los hombres medievales bebían de las mismas copas y comían de los mismos platos y  tomaban la carne-presentada en bandejas comunitarias- con sus manos ¿Que fue lo que cambió?

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