Corría la década de 1940: el mundo vivía guerras, se sobreponía a ellas, evolucionaba tecnológica y científicamente a pasos veloces y prometía a los hogares ratos felices para la familia en tiempos de paz.
La economía mundial era otra. Las mujeres comenzaban a involucrarse en la vida laboral, los hogares se transformaban con la llegada los electrodomésticos, la comida procesada y las marcas; la figura del ama de casa perfecta se popularizaba de la mano de la publicidad.
Los medios de comunicación jugaban un papel importante para la gastronomía. Las recetas, consejos para el hogar y personajes culinarios comenzaban a aparecer en las revistas, la radio y la televisión. Los tiempos en la cocina se acortaban y el concepto de practicidad se arraigaba en el pensamiento colectivo.
¿Cuánto nos queda en las cocinas de estos días? Aún se anuncian estufas y refrigeradores con parejas "perfectas"; cada día se consumen más y más productos empacados, listos para comer; la simplificación de las tareas cotidianas sigue siendo el motor principal de la publicidad; se siguen consumiendo -con toda confianza y sin cuestionamientos- los productos que se anuncian en los medios.
¿Ha habido una evolución culinaria o simplemente han cambiado los peinados y los cortes de los vestidos? ¿Es necesaria una revolución alimentaria que vaya más allá de la evolución tecnológica? ¿Qué le sigue a la gastronomía post-retro?
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