lunes, 29 de agosto de 2011

Ausencia de nariz

Por Claudia Luna


La ausencia de nariz comenzó después de la cirugía entre los analgésicos y los malestares físicos. Dicen que comer reconforta y ayuda en la enfermedad, pero para mí, en esta ocasión,no es así. Apenas percibo el sabor de algunos alimentos, es como comer en blanco y negro, falta el color en cada bocado. Sé que estoy comiendo una fresa; sin embargo, mi nariz no percibe su olor, mi memoria intenta recordarlo: es inútil. 

©Gizem Sake

Los días se hacen largos y la desesperación los hace más largos. Llevo una semana sin tener contacto alguno con los olores de la cocina. Sin duda alguna, el que más extraño es el de la cebolla a punto de caramelizar. Intento cocinar, pero me doy cuenta de que hacerlo sin olfato, es como cocinar a ciegas. Sé a la perfección la receta del arroz con leche, sé cada paso para prepararlo y cuál es su punto exacto de cocción. Pero sin aromas, todo es más difícil. La paciencia parece agotarse, mis ganas de respirar y olfatear se hacen cada vez más grandes...


Después de tres semanas, mi nariz ha despertado, su primer bostezo lo acompaña el aroma tostado del café. Por fin, llegó la hora de beber el color marrón del café. La ausencia de nariz ha terminado, la vida ha comenzado de nuevo. 

1 comentario:

  1. No estoy muy seguro si Beethoven estuviese de acuerdo o no hubiera hecho nada, pero yo sí, me pasa lo mismo, sin poder oler me da lo mismo un sandwich del seven que uno delicadamente confeccionado por mí mismo.

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