martes, 22 de junio de 2010

El mundo sin pollo

Por Aurora Andrade

...descubrí posibilidades deliciosas, sabores que estimulan mi gusto y también mi imaginación...


Cambié mis hábitos alimenticios el año pasado, cuando tuve una crisis de gastritis que me tiró tres días en la cama. Fui con un doctor japonés y me mandó una dieta de desintoxicación que duraría un mes: comida vegetariana, con opción a comer moderadamente pescado, huevo y derivados lácteos dos veces por semana. También me dio unas cápsulas de sábila y un té color púrpura. Cuando terminé el tratamiento me sentí muy bien, y a partir de entonces ya no como carne ni pollo, sólo pescado una vez por semana, prefiero la leche de soya a la de vaca, evito comer huevo y cualquier alimento altamente industrializado. ¿Orgánicos? Sí, si se puede, mejor.

No faltan detractores que "argumentan" que esta forma de alimentarse es una payasada, una mariconería, una moda tan superficial y pasajera como todas. "No puedes vivir así, limitas muchísimo tus opciones." Por evitar la confrontación, no les digo ni sí ni no. Mejor les cuento que descubrí posibilidades y combinaciones deliciosas, sabores que estimulan mi gusto y también mi imaginación. Cabe mencionar que sus "argumentos" no han mejorado su salud ni su apariencia física, mucho menos su capacidad para respetar otras formas de vivir. Sobre todo, encuentro en esos argumentos una falta de conciencia, una resistencia a mirar que hay algo en nuestra alimentación que no está funcionando bien. Cuando digo nuestra me refiero a la del mundo occidental, el único en el que he vivido...

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