Por Claudia Luna
A veces no tienes tiempo ni de beber un poco de café. Corres por toda la cocina buscando el mejor ingrediente para la sopa, tocas y hasta hablas con los ingredientes, ves las comandas amontonadas sobre la línea, los meseros esperan a que entregues el plato bien servido ¡Me lo llevo! No, espera, falta el perejil.
En la cocina, el tiempo parece que no existe, las horas corren rápidamente. Afuera llueve sin que te des cuenta, pasas interminables horas preparando el menú con dedicación y esfuerzo. Tu familia: cucharones, ollas, especias y sartenes.
Sabes que no sólo se trata de cortar, picar, moler o triturar, sabes que cocinar es una caja de emociones que se abre en el momento de estar parado frente a la estufa. La dedicación y perfección se saltean junto con las verduras.
Ser chef es una profesión honesta y noble, capaz de crear emociones con sabores, de perfumar sueños, recuerdos y memorias.
Gracias por placer visible, gustativo, sonoro y olfativo que conlleva cada alimento.
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