Por Raquel Saavedra
En México, el 6 de enero se festeja el día de reyes. Aunque
es una celebración de origen católico, ese día todos los mexicanos, sin
excepción, comemos con gusto la rosca de reyes, un pan cubierto con azúcar y
frutas cristalizadas. Es común
compartirla con la familia- y por supuesto con una taza de chocolate con leche
caliente-, pero también se invita a los amigos, o compañeros de oficina y
escuela.
Dentro de la rosca está escondido un muñequito de
plástico (anteriormente hecho de porcelana) que representa al niño Jesús. La tradición marca
que aquel que lo encuentre, debe
convidar el 2 de febrero, día de la Candelaria, los tamales (una especie de pan de maíz al vapor).
Generalmente al toparse con el muñequito se provoca la risa
de quien está sentado a la mesa, acompañada de comentarios y chistes acerca de
quién comprará los tamales, por lo cual, la multiplicación de los muñequitos
equivale a la multiplicación de las risas; sin mencionar que representa la
repartición del gasto de los tamales entre dos, tres o más personas.
Creo que hay un habitante en mi rosca, como cada año. |
Este año a mí me salió el muñequito, hay quien dice que es
de buena suerte... No estoy segura, pero bueno, al menos podré elegir el sabor
de los tamales en febrero: los de dulce y los de frijol son mis favoritos.
Ya les platicaré más de los tamales.
Por cierto, en Francia y en Nueva Orleans también hay panes de reyes...
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