jueves, 27 de enero de 2011

Los hilos de la marioneta


Por Gustavo Proal, corresponsal en Europa para Indie Food.

Montpellier,  día 3.

Detrás de todo buen evento, se esconde un aspecto menos glamoroso... la logística. Inagotable dosis de adrenalina que suele inducir a sus víctimas una euforia normalmente eficaz.

En mis años como mesero para eventos especiales, viví el detrás de cámaras de bodas, quince años, fiestas políticas, navidades, cumpleaños y cuanta cosa más. De allí, me aventé un imprudente salto hacia el diseño de los eventos que me hizo comprender a golpes lo que implica orquestar desde la perspectiva de adaptación al cambio.

En este Foro Internacional de Negocios de Sud de France, la logística debe incluir a cerca de 200 productores que han de satisfacer las necesidades de un número similar de importadores; prensa, organizadores, distribuidores, programadores, choferes, gente de limpieza, comida, bebida más allá del vino y vaya usted a saber cuántos más personajes que fungen como cimientos del proceder efímero de eventos de esta naturaleza. 


Para que algo de esta magtitud exista, requirió que a alguien o a varios se les ocurriera la idea de poner bajo una sola marca a la mayoría de los distribuidores de una zona específica de Francia. Estos pioneros debieron lograr una estrategia de contagio para unir a quienes producen y lograr un negocio redondo. 

Acto seguido, se requirió una plataforma desde la cuál compartir los productos al mundo de manera eficaz. Para ello, hubo llamadas que pusieron a trabajar a las compañías telefónicas y tal vez, Monique (una simpática francesa con voz dulce que acabo de inventar) consiguió empleo gracias a una creciente demanda de operadoras y pudo así meter a su hijo, el próximo Jean Pierre Jeunet, a la escuela de cine. ¿Qué tiene que ver el futuro del cine francés con la organización Sud de France? ¡Todo! 


Delegar, solucionar, sonreír, sacar borrachos (pasada la degustación, hay quien traga todo lo que no tragó antes), resolver una falla en el sistema que captura las selecciones de los importadores, así tome toda la noche e implique perderse del agradable cocktail que se armonizó con un buen grupo de Jazz, quienes, a su vez, fueron contratados y requirieron de una consola de audio que algún distribuidor llevó y hubo que facturar, para lo cuál al menos dos personas que hacen cuentas muy bien fueron empleadas y pudieron así pagar las escuelas de sus criaturas, quienes serán la futura estrella pop y el futuro presidente de alguna asociación de algo maravilloso para la humanidad, respectivamente. Una agradable mesera podrá comprar aquellos zapatos y al comprarlos, aquel zapatero colocará su marca en más tiendas y esas tiendas tendrán mejores opciones para sus clientes y... debo frenar mi entusiasmo.

Elodie Le Drean, importante anfitriona, (sus chicharrones truenan y es una gran persona), me ha invitado a semejante viaje, al contarme, sin terror ni amargura, la pesadilla logística que hay detrás, misma que puedo ver a través de la piel del evento, como venas saltadas. El efecto mariposa se nota constante, implacable en eventos de esta magnitud. 

Porque el buen servicio, busca y encuentra soluciones con una agradable actitud y un trato siempre personalizado. Si sus vinos son o no los mejores del mundo, no me toca decidirlo, pero la actitud en este evento es intachable. Así, detrás de las cámaras de Sud de France, recordamos que detrás todo buen vino, buena cena, buen momento culinario, hay seres humanos, ineludible y afortunadamente.

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