jueves, 14 de abril de 2011

Rodeados de mar

Texto y fotografías de Paz Merino

Balsa de pescadores en Tai O.
El mar es generoso, es fácil llenar una mesa cuando hay un pescador y un mar cercano.



Somos seres sociales, la naturaleza del ser humano es transmitir y aprender de los demás. El aislamiento no es natural al hombre: el intercambio comercial y cultural entre grupos sociales ha existido siempre. Sin embargo, algunas culturas han vivido aisladas por su situación geográfica compleja: aquellos que viven en las cimas de las montañas, los que habitan en los más áridos desiertos, en los más fríos polos y aquéllos que viven rodeados por el mar.

Hay miles de islas en el mundo. Sin embargo, no es nada fácil decir un número exacto: su cuenta cambia constantemente debido a la actividad volcánica, el nivel del mar y el paso arrasador de huracanes. Existen también islas artificiales, como algunas en Japón, los Emiratos Árabes Unidos o las islas Uros  (islas flotantes en el lago Titicaca), equiparables tal vez a las chinampas de Xochimilco. Hay islas tan pequeñas que sólo podrían albergar a un náufrago y otras tan grandes que se nos olvida que lo son, como es el caso de Australia.

Pescadores en Tai O.

Muchas islas se mantienen con menor influencia del mundo; sus tradiciones, cultura, música y gastronomía han generado una identidad que no se parece a nada de lo que conocemos en tierras continentales. ¿Por qué? Muy fácil: el agua que las rodea ha sido una frontera poderosa para el intercambio. Hay otras islas que nada tienen de puras: han sido centros de intercambio y cruces culturales importantes, como es el Caribe o las islas griegas.
Algo tienen todas las islas en común: sus litorales. Sus cocinas están llenas de pescados y mariscos, pero en nada se parecen una cocina a otra. Irlanda,  la isla de Pascua, Madagascar, Chipre, Taiwán o Sri Lanka, son tan sólo algunos ejemplos de la inventiva de los seres humanos para crear de formas tan dispares, recetas con ingredientes similares. Factores como el clima, rutas marítimas de comercio, la temperatura de las aguas o las guerras han hecho que la gastronomía de cada isla en cada rincón del mar mantenga una identidad propia.

Pescador en la costa Este de Japón.

Hay muchas islas en el mundo, en todas ellas la gente manifiesta su creatividad en la mesa: la llena de amigos, de frutos, de bebidas embriagantes, de olores perfumados y la acompaña de música fascinante. A nosotros sólo nos queda recorrer el mundo, viajar por él.

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